Los tres incendios de la bilbioteca de alejandría

Si bien la idea de que la gran Biblioteca fue devorada por un incendio parece universalmente aceptada, no es del todo claro que haya sido así[@vallejomoreu2019El infinito en un junco: la invención de los libros en el Mundo Antiguo]. Aparentemente hubo tres grandes incendios registrados, aunque las personas que escribieron sobre ellos parece que no fueron testigos, sino más bien recopiladores de historias que ya eran antiguas. O, peor aún, los relatos son contradictorios.

El primer incendio podría haber sido en época de César, cuando se atrincheró en la ciudad. Sin embargo, el propio militar no habla de la quema de la biblioteca, sino del incendio de los barcos.

La biblioteca estuvo envuelta en luchas religiosas durante los siglos III y IV. Si bien Egipto había permanecido durante siglos tolerando diversas religiones, durante el ocaso del imperio romano el fervor religioso se acentuó. Es posible creer que en estas revueltas la biblioteca haya sufrido algún tipo de destrucción.

La tercera noticia es una crónica árabe, en la que se cuenta que después de invadir la ciudad, el jefe militar encontró la biblioteca y apreció el valor en ella contenido. Mandó pedir instrucciones al califa, que respondió que los libros o poseían la misma información que el Corán o eran infieles, por lo tanto sea como sea, debían ser destruídos.

Las tres historias cuentan un final posible para una biblioteca: Un incendio. Pero también cabe la posibilidad de un final más prosaico: el abandono. Los libros, especialmente los rollos de papiro, necesitan ser conservados, copiados, mantenidos. Sin el apoyo económico de un estado en condiciones, los libros desaparecerán.

Creo que es posible imaginar un contexto donde se les deja de prestar atención a los bienes culturales, que simplemente caen en desuso y abandono. Después de todo, las otras bibliotecas esparcidas por las islas de Grecia tampoco sobrevivieron. Como institución, la Biblioteca, parece algo frágil y a pesar de eso logró sobrevivir por más de 7 siglos.

Nota sobre El infinito en un junco - Irene Vallejo